Hoy en la clase de inglés se nos ha pedido discutir sobre un aspecto de nuestro país. Decidí hablar sobre España. Al final de la discusión, mi compañera me preguntó: ¿y qué hay sobre tu país? Supongo que se refería a China como mi país, y no a España.
En realidad, llevo viviendo 15 años en España y viví 11 en China, me eduqué en España desde sexto de primaria hasta terminar la universidad y me acaban de conceder la nacionalidad española. Hablo más español que chino y tengo un estilo de vida y una manera de pensar mucho más occidental que oriental. Aun así, la gente sigue considerándome de un país diferente.
Muchos jóvenes de origen chino crecidos<TH>/ nacidos en España me comentan que, por más años que pase aquí y por más española que me sienta, la gente nunca me aceptará como tal porque tengo rasgos asiáticos.
Esto es muy triste. Desde pequeña he leído miles de artículos promocionando la integración de inmigrantes. La integración es costosa, desde lo básico de aprender un idioma nuevo hasta adquirir una mentalidad y un estilo de vida occidental, teniendo en cuenta que la cultura china y española son muy diferentes. Sin embargo, al final de todo, la comunidad receptora pone un muro entre “nosotros” y “ellos”, diferenciándonos del resto, separándonos a una comunidad aparte. ¿Acaso la integración social no debe ser un esfuerzo mutuo?— XiangZheng.
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